Es conocido por todos que la Tierra está siendo sometida a un calentamiento global progresivo. Dado que el consumo de los edificios es donde se concentra la mayor parte del gasto energético producido por los humanos, y si somos conscientes de que en los países mediterráneos el incremento de consumo eléctrico durante el verano motivado por el uso de aires acondicionados se ha ido incrementando en los últimos años, las medidas de ahorro pasivo frente al calor no deberían desdeñarse en aras de una mayor eficiencia energética.
También es reseñable que estos aires acondicionados utilizan energía eléctrica que proviene en gran parte de energías no renovables que contribuyen a su vez al calentamiento del planeta. Por tanto, nos encontramos en un círculo vicioso por el que usamos aparatos de aire acondicionado, los cuales producen un calentamiento del planeta, no tan sólo por el evidente calor que expulsan al ambiente, sino por la contaminación que conlleva la generación de energía que utilizan y que contribuye al calentamiento del planeta.
Las alternativas al aire acondicionado para combatir al calor
Las conocidas como medidas pasivas de ahorro energético son variadas y requieren de un estudio pormenorizado de cada situación. Sin embargo, a continuación se indican algunas de las más comunes:
- Intercambiadores de aire caliente: consisten, básicamente, en introducir tuberías en la tierra que provocarán el enfriamiento del aire del edificio que queremos refrigerar. Requieren de una pequeña cantidad de suministro eléctrico ya que, en ocasiones, utilizan ventiladores.La capacidad de enfriamiento dependerá básicamente del material que esté construida la tubería, diámetro de esta, longitud, profundidad a la que se encuentra y velocidad del aire en su interior.
- Enfriamiento evaporativo directo: es la más simple y antigua forma de enfriamiento que existe. Tiene el inconveniente de que aumentamos el contenido de humedad en el interior de la edificación.
- Enfriamiento evaporativo indirecto: tiene la ventaja que no aumenta la humedad relativa del aire interior del edificio, aunque (al igual que el directo) no se puede aplicar en zonas donde ésta es elevada.
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